Después de su salida de la cárcel, Saraiva de Carvalho mantuvo sus puntos de vista izquierdistas y lamentó que la revolución de 1974 no transformó al país en el estado socialista que había imaginado. En 2011, cuando Portugal se vio obligado a aceptar un rescate internacional en medio de la crisis de la deuda europea, pidió a los militares que se apoderaran del país en lugar de permitir que los acreedores internacionales dieran forma a su economía y socavaran la soberanía de Portugal.
Tras su muerte, algunos exoficiales que habían participado en la Revolución de los Claveles llamaron al actual gobierno socialista del país a declarar un día nacional de luto. Pero el primer ministro António Costa se negó y dijo a los periodistas que no habría sido “coherente” darle a Saraiva de Carvalho tal honor cuando se lo había negado a otros actores clave de la revolución.
“Es demasiado pronto para que la historia lo juzgue con la distancia necesaria”, dijo en un comunicado el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa.
Además de su hijo, al señor Saraiva de Carvalho le sobreviven su hija, María Paula, y su compañera, María Filomena Morais, funcionaria penitenciaria a la que conoció mientras estaba encarcelado en la década de los ochenta. Otra hija, Claudia, murió de malaria a los 9 años. Su esposa, Dina Maria Afonso Alambre, con quien se casó en 1960, murió en diciembre.
Esta nota es parte de la red de Wepolis y fué publicada por Corresponsal Americas el 2021-08-06 14:17:50 en:
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