Originalmente, se suponía que Starliner despegaría a la estación espacial sin astronautas a bordo el 30 de julio, una repetición de un vuelo anterior para verificar los sistemas de la nave espacial, y luego regresar a la Tierra aproximadamente una semana después. Pero esa fecha de lanzamiento se retrasó después de un percance en la estación espacial, cuando un módulo ruso recién acoplado, Nauka, encendió inadvertidamente sus propulsores y envió a la estación a girar.

La siguiente oportunidad de lanzamiento fue el 3 de agosto, y el cohete con Starliner en la parte superior estaba en la plataforma de lanzamiento la noche anterior cuando pasó una fuerte tormenta. Durante la cuenta regresiva del día siguiente, 13 válvulas utilizadas en el sistema de propulsión de Starliner no se abrieron y el lanzamiento fue cancelado.

En los días de solución de problemas que siguieron, los ingenieros pudieron hacer funcionar nueve de las 13 válvulas, pero cuatro permanecieron atascadas.

“Si pudiéramos liberarlos todos, estaríamos en buenas condiciones operativas”, dijo John Vollmer, vicepresidente de Boeing y gerente del programa Starliner. “Eso es lo que estábamos buscando, pero obviamente, al no conseguir todas las válvulas, tomamos la decisión de que estábamos fuera de pista y teníamos que volver a la fábrica”.

Vollmer dijo que el problema ocurrió entre 24 válvulas que controlan el flujo de tetróxido de nitrógeno, un propulsor utilizado por los propulsores Starliner. Aparentemente, parte del tetróxido de nitrógeno pasó a través de los sellos de teflón e interactuó con la humedad del otro lado para producir ácido nítrico, dijo Vollmer.