Los talibanes no han confirmado las detenciones y, aparentemente en un intento por evitar la censura internacional, han culpado de algunos actos de violencia a otros que afirman ser talibanes.

El día en que los talibanes capturaron a tres comandantes de alto nivel después de una batalla campal final en el aeropuerto de Kandahar, la gente del pueblo comenzó a reunirse frenéticamente en el estadio de la ciudad, en previsión de una ejecución pública.

El espectáculo, un sello distintivo del régimen talibán en la década de 1990, no sucedió.

Hasta ahora, no ha habido represalias masivas en todo el país y los asesinatos pueden convertirse en casos de venganza individual, dijo Gossman.

Human Rights Watch descubrió que 44 personas fueron sacadas de sus hogares y ejecutadas en julio en la ciudad de Spin Boldak, el principal paso fronterizo con Pakistán desde el sur de Afganistán. Los muertos eran miembros de las fuerzas dirigidas por Abdul Raziq Achakzai, un agente entrenado por la CIA que se opone a los talibanes y que fue ampliamente acusado de abusos contra los derechos humanos.

Los 44 habían recibido cartas de amnistía de los talibanes, dijo Gossman.

Amnistía Internacional informó de que nueve hombres, en su mayoría policías locales, fueron masacrados por miembros de los talibanes en julio en la provincia central de Ghazni. Seis fueron asesinados a tiros y tres fueron torturados antes de ser asesinados, dijo el grupo de derechos.

Varios exfuncionarios del gobierno se han quejado de que incluso después de cooperar con los talibanes en la entrega de sus armas y vehículos, los talibanes han seguido hostigándolos.