En el frágil escenario bélico de Europa del Este, donde cualquier paso en falso puede desembocar en un conflicto aún más aterrador que el actual, lo ocurrido en la frontera entre Polonia y Ucrania implica una potencial amenaza por la posible intervención de la OTAN, la alianza occidental militar.
En tono cauteloso, todas las figuras involucradas evitan citar el famoso artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, la piedra angular de la alianza de 30 estados que se fundó cuando el mundo todavía temblaba por los horrores que dejó la Segunda Guerra Mundial. Fue el contrapeso de la Unión Soviética, cuyo poder se evaporó con la caída del muro.
El artículo 5 establece que un ataque a uno de los miembros representa un ataque a todos los países que integran la alianza. A diferencia de Ucrania, Polonia es miembro de la OTAN.
Estados Unidos es el más poderoso de este círculo cortesano y, por tanto, Polonia estaría bajo su protección. Washington no tendría más remedio que intervenir directamente. Así, la guerra adquiriría una dimensión global. ¿Qué haría China, aliada de Moscú? ¿O Corea del Norte, una potencia nuclear floreciente?
Esta ominosa realidad asusta a todos. Por eso moderación en las propuestas y cautela. Polonia exigió “explicaciones” de Moscú. El Pentágono se ofreció a ayudar a “investigar” el evento. La OTAN se declaró en “alerta” y dijo que está “supervisando” el caso. Moscú, por su parte, niega un ataque directo e incluso aclara que ni siquiera bombardeó la zona fronteriza.
A pesar de que todos juegan sus fichas en este conflicto, nadie quiere tentar al destino y desatar el fuego del que no habría retorno.
Discretamente, se habla de activar el artículo 4 de la OTAN, lo que implica iniciar consultas formales entre sus miembros si alguno de ellos se siente amenazado. La función es determinar si existe una amenaza real y cómo tratarla. Pero no implica, en la práctica, la reacción militar de la alianza. Una diferencia sustancial con el temido artículo 5.
El episodio sigue siendo confuso y hay varias versiones de lo sucedido. Entre los más débiles hay dos. El primero indica que un misil lanzado hacia Ucrania se desvió de su trayectoria original por deficiencias. La segunda es que este proyectil fue alcanzado por otro de la defensa aérea ucraniana y acabó en territorio polaco.
Pero también hay otra hipótesis, aún más siniestra. Ante las derrotas a nivel militar y el escenario desfavorable que enfrenta, el alto mando militar del presidente Vladimir Putin está recurriendo a tácticas arriesgadas para escalar el conflicto, crear confusión y llevar a la OTAN a expandirse en suelo ruso. En última instancia, esto le permitiría culpar a la alianza por el “apocalipsis” que se produciría.
No cabe duda de que el Kremlin se encuentra en una encrucijada y que necesita una excusa para obtener una solución más digna a un conflicto que ha adquirido una dimensión insospechada para Moscú. La idea original de que las tropas rusas podrían conquistar Ucrania en un par de semanas y que el pueblo les daría la bienvenida victoriosamente se rompió con el primer intento fallido de tomar Kyiv. Luego vinieron otros, incluido Kherson, y ahora la posibilidad de perder es más constante.
La andanada de misiles lanzada este martes contra la infraestructura energética de Ucrania -de donde supuestamente procedían los dos que cayeron en la frontera polaca- se produjo el mismo día en que los países del G20 criticaban a Rusia. Una manifestación de rebeldía y, al mismo tiempo, de la debilidad del Kremlin. Casi un acto de frustración.
Putin se encuentra en un dilema complejo: retirarse más o avanzar hacia el caos. Una zona peligrosa, donde los “accidentes” pueden ser fatales. El escenario es frágil, pero aún se mantiene la cautela.
Esta nota es parte de la red de Wepolis y fué publicada por Vicente Vicente Rodriguez el 2022-11-16 01:40:32 en:
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