Se llaman a sí mismos conservadores, preocupados por la democracia, las libertades individuales y los valores cristianos. Responde de inmediato si alguien te llama de extrema derecha. Y efectivamente, no lo son, ni los primeros ni los segundos / son los ultras, lo más radical de la derecha que sigue siendo legal, porque no alcanzan, hay que reconocerlo, los niveles de los grupos neonazis, tales como el que recientemente organizó una fiesta clandestina en las afueras de la Ciudad de México.

Algunas personas piensan que por eso son peores y los llaman lobos con piel de oveja, descripción a la que me opongo debido a mi enorme aprecio y admiración por los lobos. Lo que no discuto es que son descoloridos, fascistas con un toque moderno, algunos con mejores cortes de pelo o mejores sastres, pero siempre detrás de las mismas ideas incansables que tanto daño han causado en todo el mundo.

Ahora están sobre manteles largos en la Ciudad de México para la reunión de los Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), Grupo paraguas que es más conocido en Estados Unidos y que busca expandir su área de influencia a nivel continental.

Están encabezados por algunas figuras que alguna vez fueron icónicas y que ahora son mercaderes de antiguos logros, como Lech Walesa, una vez un valiente líder sindical que se enfrentó al régimen comunista en Polonia y salió victorioso, ahora reducido a que le paguen por repetir cansadas consignas a los público. ávido de sencillez y simplificaciones. , y, agazapados tras su fama, algunos personajes mucho más nefastos:

steve banon, asesor e ideólogo (sic) de Donald Trump, inventor y promotor de muchas de sus peores políticas, incluidas las del muro fronterizo y sus diatribas xenófobas, condenado en Estados Unidos por desacato al Congreso y acusado de fraude relacionado con dicho muro. Eduardo Bolsonaro, hijo y fiel reflejo de su padre Jair, cuestionando abiertamente (y negando) los resultados de las recientes elecciones presidenciales que perdió su padre.

Eduardo Verástegui, actor y modelo que pasó de hacer sesiones de fotos y viajar a activista contra las vacunas en medio de una pandemia y ahora defensor de los no nacidos. Un hombre que se hace llamar escritor, Pablo Muñoz (sic) Iturrieta, que comete faltas de ortografía en el tuit fijo en el que promociona sus libros, pero que no tiene reparos en llamar a “llevar fuego a la tierra y dejarla arder”. Antes de recordarle al público mexicano que “deberían estar orgullosos de su herencia cristera”.

Estos y muchos otros oradores coinciden en sus denuncias del comunismo, en su defensa de la libertad (en abstracto) y en sus ataques a las libertades concretas y específicas.

Son los antiderechos de ultraderecha, los que sostienen que el fin justifica los medios, los que ven en cada esquina una conspiración comunista judeo-masónica homosexual que promueve el aborto y la pedofilia de la que, por supuesto, quieren salvar a la humanidad. .

Y me pregunto, ¿quién nos salvará de esos salvadores?

POR GABRIEL GUERRA
COLABORADOR
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@gabrielguerrac

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