los casos más peligrosos – Es de Latino News

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Un estudio realizado por Avast reveló que cuatro de cada diez argentinos saben la contraseña de su pareja, e incluso uno de cada diez recuerda el de algún ex.

La encuesta investigó, en primer lugar, cuántos argentinos conocían las contraseñas de otra persona, ya sea familiar, amigos o parientes: 60%. Dentro de este grupo conocía las contraseñas de otras personas, El 65% admitió conocer a su pareja.lo que da un promedio de cuatro de diez del total de encuestados.

Uno de los datos más llamativos es que, de los que recordaban las contraseñas de los demás, el 17% afirmaba saber aún la de una expareja, lo que implica que uno de cada diez encuesta de argentinos conocen claves de enlaces ya terminados.

La encuesta va acompañada de una serie de hallazgos preocupantes. “Una cuarta parte de los encuestados (25%) ha sido víctima de alguien que accedió a una cuenta y cambió su(s) contraseña(s) sin su conocimiento o consentir”, dicen.

El tipo de contraseña varía: va desde desbloquear el teléfono hasta varias redes sociales. “De quienes conocen la contraseña de su expareja/cónyuge, el 65% admite que aún tiene acceso a la cuenta de Facebook de su ex y el 49% admite que todavía puede acceder a la cuenta de correo electrónico del trabajo de su expareja”, añaden.

Y por último, un dato muy preocupante en materia de privacidad y seguridad: el 17% de los que conocen las contraseñas de otra persona afirman tener accede a la ubicación de tu ex a través de aplicaciones como ‘Buscar a mis amigos’, Google o Snapchat”.

Javier Rincón, gerente de Avast para América Latina, analizó las cifras: “Son realmente estadísticas perturbador. Atrás quedaron los días de simplemente devolver las pertenencias personales y las llaves de la puerta cuando terminaba una relación”, reflexionó.

“Aunque sabemos que las personas comparten contraseñas y dispositivos con su pareja, este comportamiento puede tener un lado muy oscuroespecialmente cuando es coaccionado mujer para compartir sus contraseñas”, cerró.

Las cifras son consistentes con otra parte de la misma encuesta, publicada la semana pasada, que indica que el 63% de los argentinos espiaba el celular de su pareja (práctica conocida como fisgonear).

Consultado sobre las condiciones de producción de la encuesta, Avast explicó: “La investigación fue realizada por Dynata, entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre de 2022, encuestando a 1.008 argentinos adultos”.

Claves compartidas: cuando sí, cuando no




El 65% admitió tener acceso a cuentas de Facebook y otras redes sociales. Foto AP

El tema que trata Avast cubre mayor complejidad yEn rigor, el dato por sí mismo no es absoluto: los expertos coinciden en que hay muchas situaciones en las que es difícil no compartir una clave.

“Compartir contraseñas es un hábito que tiene diferentes aristas: lo más fácil es decir ‘no tienes que compartirlas ni tenerlas escritas’. Pero cuando se trata de prácticas del día a día, hay escenarios reales para contemplar”, analiza Carolina Martínez Elebi, licenciada en Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y fundadora de DHyTecno.

Su explicación: «No es lo mismo compartir contraseñas en un entorno familiar con un determinado estabilidad del enlacedonde el acceso a ciertos servicios requiere una contraseña común -como Netflix u otros transmisión– que en otras relaciones más inestables”.

En caso de compartir esas contraseñas específicas, es categórico: «Lo importante es que esa clave compartida no es el mismo que el utilizado para servicios más sensibles como un correo electrónico, una cuenta bancaria, redes sociales o un inicio de sesión en un dispositivo”.

Sin embargo, el experto advierte cuál es la norma: poca reflexión sobre la cuidado de datos personales. “La mayoría de los usuarios desconocen los problemas de seguridad y privacidad de la información de ciertos datos personales, por lo que mantener una contraseña -porque la usamos mucho-, Las repiten en todos los servicios”.

“Eso es un problema: si compartimos la contraseña del correo con la contraseña de Netflix, o para desbloquear el teléfono, en algún eventual situación de desconfianza con la pareja, la otra persona en una pareja puede acceder a la intimidad del otro”.

Todo esto es mucho más delicado en contextos de relaciones problemáticas o tóxicos: “Cuando pensamos en enlaces más difusos, por ejemplo relaciones de poder más asimétricas donde una parte de la pareja podría ejercer control sobre la otra, la acción de compartir una contraseña puede resultar en la pérdida completa de la autonomía y privacidad de la otra parte, posiblemente incluso la seguridad.

“Esto puede resultar en que una de las partes invada constantemente la privacidad y controle lo que hace la otra. Estamos hablando de escenarios mucho más complejos, donde una parte es más vulnerable que el otro”, concluye Martínez Elebi.

Un problema mucho más grave: claves débiles y repetidas

Los inicios de sesión son la puerta de entrada al espionaje por parte de terceros.  Foto: Shutterstock


Los inicios de sesión son la puerta de entrada al espionaje por parte de terceros. Foto: Shutterstock

Una cuestión problemática que se puede inferir del estudio es una malas prácticas en la gestión de clavesincluso el tuyo.

Si los usuarios conocen todas sus contraseñas es porque les resulta muy fácil recordarlas y, lo que es peor, las repiten en diferentes inicios de sesión. Entonces, por extraño que suene, el usuario debe conocer muy pocas claves, incluso de sí mismo.

Lo mejor es optar por administradores de contraseñas. “Los gestores tienen una gran ventaja: facilitan la tarea de ‘recordar’ las contraseñas, lo que posibilita la posibilidad de utilizar una contraseña diferente, única e incluso difícil de memorizar, para cada servicio que utilizamos y lo requiere”, señala . explica a Clarín Iván Barrera Oro, alias hackkanDesarrollador de software especializado en seguridad informática.

“La seguridad de la información es un campo muy complejo y exige respuestas que rara vez van al grano. Normalmente, en lugar de hablar en términos absolutos, se prefiere el uso de términos más precisos: cumple con ciertos mecanismos de seguridad, es seguro contra ciertos tipos de ataques definidos, etc. Todo lo demás suele ser marketing.“, dice el experto.

Inmediatamente surge la objeción: ¿Es bueno tener todos los huevos en una canasta?

“Por supuesto que pueden considerarse un problema potencial de seguridad: ahora todas nuestras contraseñas están en un solo lugar, y quien tenga acceso a ellas podría suplantarnos digitalmente. O, por el contrario, si olvidamos la contraseña que usamos ¡podríamos perder el acceso a todas nuestras llaves! Y con ella nuestra identidad digital”, explica.

Pero, sin embargo, en base a su experiencia, es conveniente usarlos. “Él ventaja poder asegurar fácilmente todos los servicios que utilizamos con la comodidad de tener que recordar sólo una contraseña superan las desventajaspiensa el analista.

Más allá de conocer contraseñas extranjeras, probablemente sea más importante mejorar la higiene digital con los inicios de sesión: aprenda 3 o 4 contraseñas sensatas y deje que el resto se genere automáticamente, con 20 caracteres, mayúsculas, minúsculas y caracteres especiales.

Y, sin duda, cambiar contraseñas en romper una relación.

SL

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Esta nota es parte de la red de Wepolis y fué publicada por Oliver Roberts el 2023-02-14 10:11:38 en:

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Palabras clave:
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