En 2014, Boaz Keysar y Albert Costa (Universidad de Chicago) plantearon el “dilema del tranvía” (en el que empujar a un hombre a las vías del tren puede salvar a cinco personas de morir, sacrificando una vida para salvar cinco) a más de mil personas en cinco idiomas diferentes. Descubrieron que las personas que leían el escenario en idiomas no nativos tenían muchas más probabilidades de empujar al hombre que aquellos que lo leían en sus idiomas nativos: 33 % frente a 20 %.
Esto, según un estudio realizado por Janet Geipel de la Universidad de Trento. (Italia), es que “el uso de una lengua extranjera, en oposición a la lengua materna, suscitaba juicios morales menos severos”. En otras palabras, se crea una distancia entre cuestiones emocionales y morales cuando se habla en un segundo idioma.
Según Geipel, es más probable que las personas actúen de forma menos emocional y más racional cuando hablan en un segundo idioma. Nelson Mandela parecía haber entendido esta dinámica hace décadas cuando dijo: “Si le hablas a un hombre en un idioma que entiende, se le sube a la cabeza. Si le hablas en su idioma, va a su corazón».
Una distinción importante
Si las decisiones morales dependen del idioma en el que se toman, habría que reconsiderar las decisiones de las personas que deben trabajar a diario en una lengua extranjera: inmigrantes, empresas internacionales, instituciones internacionales. Ya sea Goldman Sachs en París o las Naciones Unidas en Birmania, las decisiones tomadas por personas que no hablan una lengua materna parecen menos preocupadas por la moralidad y más por la racionalidad y el utilitarismo.
Las decisiones morales a menudo se toman utilizando dos procesos de pensamiento: uno subconsciente y otro consciente. El contenido emocional de un dilema se comprende primero inconscientemente. Uno reacciona al contenido emocional de una situación sin darse cuenta. Por ejemplo, al enterarse de un incesto deliberadamente arreglado entre hermanos, uno se indigna emocionalmente. No hay razonamiento, simplemente hay una reacción.
Luego está la evaluación consciente, que requiere racionalidad, esfuerzo y control cognitivo. Uno piensa más profundamente en el incesto, hasta que se da cuenta de que, dado lo anterior, nadie está siendo dañado y el hecho de que algo sea peculiar no significa necesariamente que sea inmoral.
Por tanto, la conclusión según Keysar y Costa, es que la carga cognitiva necesaria para comprender un escenario en una segunda lengua crea una distancia emocional, y procesamos el dilema de manera consciente en lugar de inconsciente.
De tal manera que, si se plantean situaciones moralmente ambiguas en un segundo idioma, esto podría empujarnos a tomar decisiones de manera consciente y racional. Por lo tanto, hablar un segundo idioma puede ser una de las cosas más morales que hacer.
Editado por Erick Elola con información de Nautilus y BigThink
Esta nota es parte de la red de Wepolis y fué publicada por Corresponsal Europa News el 2023-06-21 23:11:01 en:
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