La historia del mezcal es la de una bebida espirituosa mexicana que pasó en pocos años de la producción artesanal a ocupar un lugar central en la coctelería.

Con su sabor ahumado, su color transparente ligeramente amarillo, el mezcal, que viene del agave (también llamado maguey), una planta de las áridas tierras altas de México, conquistó los bares de las capitales occidentales. Actores de Hollywood como los de la serie Breaking Bad o el cantante Maluma Incluso lanzaron sus propias marcas.

De acuerdo con el Consejo Regulador para la Calidad del Mezcal de México (Comercam), organismo encargado de certificar la producción del destilado, la producción pasó de 2,4 millones litros en 2015 a más de 14,1 millones en 2022. Eso es multiplicado por 7 en 7 años principalmente para responder al aumento exponencial de la demanda estadounidense.

El boom del mezcal se siente en Santa Catarina Minas, Oaxaca, el estado sureño de México –una de las dos regiones más pobres del país, con Chiapas- que produce el 90% del mezcal nacional.

La «cuna» del mezcal

El cartel de bienvenida de Santa Catarina Minas, un pueblo de 2000 habitantes, indica con orgullo que el viajero llega a la «cuna del mezcal». Aquí la demanda de mezcal es tal que solo en el pueblo, entre “2020 y 2022, pasamos de 15 a 50 palenques (fábrica de mezcal)”, dice Graciela Ángeles Carreño, productora de mezcal.

Graciela Ángeles Carreño abre las puertas del palenque de su familia, nombre con el que se conoce a las destilerías de agave en Oaxaca.

En la destilería, la visita comienza con los hornos de varios metros de diámetro, colocados bajo tierra donde se cuecen los pedazos de agave. Una etapa que requiere grandes cantidades de leña y eso le da al destilado ese sabor ahumado que lo distingue del tequila.

Junto a sus empleados, Graciela continúa una tradición familiar que comenzó hace más de un siglo cuando el mezcal apenas se conocía en México. “Antes no había marcas, no había botellas, venías con tu damajuana y te servían tu mezcal. Yel consumo era localno se vendía más allá de los 60 km a la redonda”, recuerda Graciela Ángeles.

Desde entonces, la siembra de maguey y la producción de mezcal se han convertido en una vía para que muchos oaxaqueños mejoren sus ingresos.

El impacto

El auge, sin embargo, implica impactos visibles en el paisaje de Oaxaca. “En muchos de los sitios silvestres de las regiones hacia el Istmo o hacia la parte de la Sierra Sur de Oaxaca, incluso en los Valles centrales y la Mixteca, ha habido un crecimiento extensivo de plantaciones de monocultivo”, observa el biólogo y fotógrafo conservacionista oaxaqueño Matías Domínguez Lasso.

Domínguez Lasso ha documentado la expansión de los monocultivos de maguey en detrimento de la vegetación silvestre en Oaxaca.

“Empiezan a limpiar con esta técnica de tala y quema. Y a partir de ahí, empiezan a sembrar. Son lugares que tienen pendientes de más de 45°. Obviamente lo que se espera es que, en la siguiente temporada de lluvias, toda la resistencia al suelo va a ser enorme. Entonces vas a perder terreno que tardó millones de años en formarse”, advierte el biólogo.

glifosato

A la pérdida de cobertura forestal se suma la erosión del suelo el uso de herbicidas y pesticidas.

“Estos monocultivos los siembran masivamente para luego cuidarlos y evitar que crezcan malezas y plagas o enfermedades que los ataquen usan agroquimicos a diestro y siniestro. Hay productos muy dañinos como el Dragón o el Mustang”, añade Matías Domínguez Laso.

Mustang es un herbicida que contiene glifosato. Sus equivalentes comercializados bajo el nombre de Zapper o Pistol EV están prohibidos en países como Francia debido a sus efectos tóxicos sobre la fauna acuática.

“No hay estudios al respecto. Y al ser la cuenca alta, es el lugar donde se infiltra la mayor cantidad de agua. Aguas abajo se forman los ríos y luego obviamente Hay pueblos que consumen esa agua de esos”, concluye Domínguez Lasso.

Pérdida de biodiversidad

En un informe publicado en julio de 2022 y titulado “La economía de la producción de mezcal en Oaxaca, México”, Expertos de la iniciativa ELD de Naciones Unidas contra la degradación de la tierra establecen una lista de efectos ambientales adversos que el auge del mezcal provocará a largo plazo si no se modifican las prácticas agrícolas intensivas.

Entre los impactos detallados por los autores del informe se encuentran: la pérdida del patrimonio genético del agave silvestre debido a la sobreexplotación, la pérdida de biodiversidad, la vulnerabilidad de los cultivos a plagas y sequías, la producción de residuos y/o desechos que contribuyen a la degradación de los recursos hídricos, así como al aumento de la erosión del suelo.

En algunas regiones de México, los biólogos ya han confirmado una disminución, y en algunos casos una extinción, en el número de magueyes silvestres. y es que los magueyes tardan entre 7 y hasta 30 años en madurar suficiente para hacer mezcal. Entonces en los monocultivos donde se alinean los magueyes, los campesinos optan por sembrar la variedad de espadín que madura más rápido.

“Lo que venimos observando desde hace más de 10 años es que todos los productores que tradicionalmente han elaborado sus Mezcal para ritos y fiestas en los pueblos Lo hacían sacando sus plantas del monte, pero en cantidad limitada», cuenta a RFI el biólogo Alfonso Valiente.

Esta investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México lleva más de tres décadas estudiando la polinización de cactáceas y suculentas en la sierra sur de Puebla, en la frontera con Oaxaca. “Cuando el mezcal se hizo famoso, lo empezaron a sacar en grandes cantidades y eso es lo que ha causado una debacle una reducción drástica de las densidades”, apunta Valiente.

“Comencé a venir al Valle de Tehuacán en 1985. Visité áreas llenas de uno de los agaves mezcaleros, el papalometl. Y de repente, volvía unos años más tarde, y no había magueyes. Aunque ya se estaba tocando el tema del mezcal, nunca imaginé que el ritmo de extracción se había intensificado a tal nivel que municipios enteros están perdiendo sus magueyes”, dice el biólogo, en un recorrido por Zapotitlán.

«Uno de los problemas ambientales más brutales»

El boom del mezcal “está generando uno de los problemas ambientales más brutales que hemos visto en México«, señala. “Pasó con el tequila, pero fue con una sola especie de agave. Se estima que fueron al menos 100.000 hectáreas devastadas de bosque tropical seco para hacer monocultivos”.

Ante la progresiva desaparición de algunas especies de agaves cosechadas en exceso para satisfacer la demanda de mezcal, Alfonso Valiente elaboró ​​-en conjunto con la comunidad campesina local- unn proyecto científico de reproducción natural de agaves rescatar la flora silvestre, sin recurrir al monocultivo ni al uso de agroquímicos.

“Han pasado 5 años desde el primer trasplante y ya hay una plantación de 5 años que pronto se podrá comercializar”, se alegra la bióloga.

oportunidades economicas

El boom mezcalero representa, sin embargo, una promesa de nuevos ingresos por un campo mexicano empobrecido. y el gobierno de mexico incentiva la siembra de maguey. RFI solicitó entrevista a la Secretaría de Medio Ambiente de Oaxaca, sin obtener respuesta.

La perspectiva de nuevos ingresos fue lo que llevó a la comunidad campesina de Zapotitlán, en el vecino estado de Puebla, a volcarse a la producción de mezcal, en 2015.

En estas tierras comunitarias que no reciben una gota de agua durante la mitad del año, se siembra maguey, una planta resistente a la sequíaRepresentan una oportunidad económica. “El mezcal, que hace 8 años valía 100 pesos el litro, ahorita el mas barato vale 500 pesoso más”, dice Maurino Reyes, guía de la comunidad de Zapotitlán.

En medio del paisaje que parece un Jardín del Edén de cactus columnares de varios metros de altura, reverdecidos por las primeras lluvias del año, Reyes nos muestra los brotes de maguey de unos centímetros de altura que ha sembrado para producir mezcal. Pero en lugar del monocultivo, han optado por tecnicas de agricultura sostenible conservar las especies endémicas de magueyes.

“Nos han contado lo que ha pasado en algunos estados de México, como Oaxaca o Jalisco, que se acabó el maguey silvestre. No queremos eso. A pesar de sí ha habido muchos saqueos, el maguey todavía existe en la naturaleza. En los últimos dos años hemos sembrado unas 50,000 plantas de maguey en terrenos privados. Lo hacemos a escala artesanal pero para que sea un mezcal bueno y sustentable”, dice Maurino Reyes.

El reto del mezcal sustentable

Para Eric Ortíz, otro miembro de la comunidad y futuro productor de mezcal, el destilado representa «una oportunidad» en un municipio donde cerca del 40% de la mano de obra emigró a los Estados Unidos.

“Como no llueve mucho en nuestra zona, nuestros campos son menos fructíferos. La gente pierde la intensidad del cuidado de sus campos. Si su campo no es apto para el maíz, es apto para maguey, pitaya o pitajaya, cactus. Entonces el gobierno está dando apoyo para que siembres”, explica a RFI.

En la comunidad campesina de Zapotitlán, Maurino y sus compañeros ya produjeron las primeras botellas de mezcal sin usar herbicidas. Logrando así mantener la tradición de sus ancestros que elaboraban esta bebida alcohólica sin dañar los ecosistemas.

RFI

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