Porque… ¿qué creería Celia que su imagen está siendo utilizada no sólo como gancho para lograr gustos en tiempos de redes sociales, pero también para promocionar productos con los que los empresarios, en complicidad con el régimen, explotan al hambriento pueblo cubano y al exilio? ¿Cómo merece ser recordada Celia Cruz? ¿Cómo es prudente o no promover su legado? ¿Existe sólo una forma válida de honrar su legado? ¿Quién puede decidir qué es un homenaje correcto o auténtico, basado en la sinceridad y el respeto a su figura?

Han pasado dos décadas desde su muerte, pero su herencia cultural sigue viva en todo el mundo. Su rostro en una moneda estadounidense, una Barbie a su imagen y semejanza, y una exposición en La Pequeña Habana en homenaje a su vida y obra, son sólo algunos de los homenajes a Celia Cruz a veinte años de su partida.

No son los primeros homenajes ni serán los últimos a esta artista de pies a cabeza a la que le impidieron ‘ser profeta en su tierra’, pero que, incluso fuera de ella, logró serlo. No importa que la prohibieron en vallas publicitarias y emisoras de radio, su voz llegó… y de qué manera.

El legado

Hoy le sobreviven estrellas en los paseos de la fama, tres Grammy y cuatro Latin Grammy, telenovelas y libros que la celebran. Su albacea, Omer Pardillo, ha asegurado que en el significado de su obra prevalece el respeto a la figura. Porque, si bien Celia puede ser considerada de herencia cubana, hay quienes han intentado utilizar su imagen, a su conveniencia, para fines que ella probablemente no aceptaría. No la Celia que nunca regresó a su país, la Celia que no pudo despedirse de sus muertos ni de su gente. No la Celia que aceptó dignamente el exilio, a diferencia de quienes hoy hablan de democracia y libertades para Cuba, pero entran y salen de la Isla cuando quieren.

Recordemos que mientras la Revolución Cubana se radicalizaba en 1960, Celia, quien en ese momento se encontraba de gira de conciertos en México, tomó la decisión de no regresar a la isla. En 1961, se mudó a los Estados Unidos y se casó con Pedro Knight, su viejo amigo y trompetista. Ante la deserción de la artista, Fidel Castro le prohibió regresar a Cuba. Celia nunca regresó.

Recientemente, en medio de los anuncios de actos conmemorativos en Miami y Nueva York, por los 20 años de la desaparición física de Celia Cruz, ocurrida el 16 de julio de 2003, y tras la realización de “homenajes” que han levantado diversas polémicas en Miami, El albacea del artista, Omer Pardillo, declaró que se emprenderán acciones legales. En su opinión, algunos homenajes “no representan ni honran el legado de Celia Cruz”.

“Nadie tiene derecho a utilizar la voz, el nombre, la imagen o el patrimonio artístico o intelectual de una persona sin autorización. Es como si se me ocurriera sacar un disco y poner la imagen de Frank Sinatra en la portada», afirmó el empresario y productor cubanoamericano, quien mantuvo una estrecha amistad con la cantante, además de fungir como su manager y publicista durante décadas. .

Más allá de esos homenajes que han intentado o han dicho que intentan hacer, en los que el azúcar se ha convertido en caramelo quemado al toque de vulgaridad, el uso de la imagen de Celia en la publicidad de negocios cercanos al régimen cubano ha generado polémica. . Esto ha provocado reacciones de rechazo porque Celia no sólo logró convertirse en una estrella global, sino que fue entendida como un símbolo de resistencia al exilio al que el régimen cubano ha empujado a tantos.

Trascendencia de Celia Cruz

Muchos de sus compatriotas y admiradores llegan a la ciudad de Nueva York y van directamente a visitar el panteón de Celia en el cementerio Woodlawn. Celia es el orgullo de la nación a pesar de que han tratado de impedirlo. Como ella, miles de cubanos han tenido que morir sin ver la democracia y la libertad.

Hace apenas unas semanas se lanzó una versión autorizada del tema Patria y Vida en la voz de Celia, gracias a herramientas de Inteligencia Artificial. Esta suerte de himno de las protestas del 11J, con la vivacidad del registro vocal de La Guarachera, nos hace estremecer.

Las generaciones de ayer y de hoy siguen bailando al ritmo de sus canciones y de su famoso ‘Azúcar’. Así lo reconocen quienes profundizan en su obra y el contexto social de su carrera, que, consideran, está minimizado. [Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad] Nació negra y mujer en la década de 1920 en Cuba. Vivió la mayor parte de su vida como una inmigrante hispanohablante de piel oscura en Estados Unidos y, sin embargo, su popularidad y talento siguen siendo incomparables. A lo largo de sus 50 brillantes años de carrera, la música de Celia capturó la vitalidad y la magia únicas de la música latina y se ganó los corazones de millones en todo el mundo y en su tierra prohibida, así como en su país anfitrión, Estados Unidos y, sobre todo, en la ciudad de Miami.

Venerada como la Reina de la Salsa, es la primera afrolatina que aparece en una moneda estadounidense. Los adolescentes que cursan secundaria han tenido la oportunidad de acercarse, de primera mano, al legado de Celia. Aunque en su Cuba natal la música y la imagen de Celia han sido censuradas durante años por su rechazo al régimen, su «ángel», carisma y presencia son especialmente palpables en la Pequeña Habana de Miami, donde un teatro se transformó en una casa de recuerdos de la “guarachera de Cuba”.

En el Tower Theatre Miami, considerado una joya del estilo Art Deco ubicado en la Pequeña Habana, se ofrece a los visitantes la exposición “Celia Cruz Forever”, donde además de mostrar un emotivo documental, hay muchos objetos que pertenecieron a la cantante y que muestra cómo era en el escenario y en su vida privada. Una mujer que trascendió el ámbito cultural, pero que también fue reconocida por su activismo y apoyo a causas relacionadas con la comunidad latina y la lucha contra el cáncer, enfermedad que la hizo abandonar los escenarios a los 77 años. Una mujer cuyos humildes orígenes en un barrio popular de La Habana no presagiaba tal ascenso a la fama.