El autor es Senior Fellow del Centro para la Innovación en la Gobernanza Internacional y ex Director Ejecutivo del FMI y Consejero de la OMC.

Las tensiones geopolíticas han expuesto el riesgo de una dependencia excesiva de ciertos mercados. Las democracias liberales están reevaluando si el libre comercio debe ser reemplazado por lo que la secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, ha llamado “comercio resistente”. Esto se define como una forma de comercio en la que las cadenas de valor internacionales dependen de proveedores “amigables” (léase: no de China).

Los campeones de esta nueva arquitectura empresarial no cuestionan la teoría de la ventaja comparativa de David Ricardo. Siguen creyendo en los beneficios de la apertura comercial, pero más si se da entre “amigos”.

En su mundo, el libre comercio es bueno, pero el friendhoring es más seguro. Las ventajas comparativas aún cuentan, pero en lugar de buscar a los proveedores más baratos, las empresas deben considerar los riesgos a más largo plazo, como la geopolítica, la seguridad y la concentración excesiva en las cadenas de suministro.

Los gobiernos, dicen los defensores del friendhoring, deberían desempeñar un papel fundamental en el fortalecimiento de la resiliencia económica nacional al guiar a las empresas privadas hacia ventajas comparativas creíbles. ¿Cómo pueden hacer eso?

Los defensores de Friendshoring no son muy específicos acerca de cómo los gobiernos deben elegir amigos y si los amigos pueden comerciar con los enemigos de otros amigos. Pero los sesgos hacia los amigos deben integrarse en los acuerdos comerciales preferenciales. Los defensores del enfoque tampoco ven un conflicto con la arquitectura multilateral del comercio. Según ellos, trasladar las cadenas de suministro a países con ideas afines se puede lograr a través de una amplia gama de “compromisos multilaterales”.

Esto es peculiar. Friendshoring no es un compromiso multilateral, como comúnmente se entiende, ya que solo se invita a los amigos a la mesa de negociación. Además, a menos que el alcance de las preferencias comerciales intercambiadas entre amigos sea lo suficientemente amplio como para cumplir con los criterios de los acuerdos de libre comercio de la OMC, tales acuerdos violarían la cláusula de “nación más favorecida”. Y es muy poco probable que las naciones que se inclinan por el friendhoring estén dispuestas a otorgar a todos los miembros de la OMC la capacidad de especificar preferencias comerciales.

Más allá de las consecuencias previsibles de romper la piedra angular de todo el sistema de comercio basado en reglas de la posguerra, hay un detalle técnico que los defensores del friendhoring pasan por alto. Todas las preferencias comerciales se basan necesariamente en normas de origen. ¿Se fabricó un producto en un país amigo? ¿Cuál fue el origen de los insumos utilizados en su producción? ¿Y cuánto valor se agregó en el país amigo desde el cual se envió el producto final?

Determinar el “origen amistoso” de los bienes industriales es complejo pero posible. Pero, ¿qué reglas podrían utilizarse para determinar el origen amistoso de los flujos digitales?

Los bienes tienen una existencia discreta porque están hechos de átomos. Solo pueden estar en un lugar a la vez. Pero cada vez más, el comercio de bienes o servicios está conectado a flujos de datos transfronterizos. Como señala la OCDE, una nevera inteligente requiere acceso al mercado no solo para el producto físico, sino también para el servicio y soporte digital integrado.

Es difícil determinar el origen de los flujos digitales porque los bytes no son elementos discretos. Se comportan como ondas, más que como átomos. Pueden estar en varios lugares al mismo tiempo y pueden reproducirse varias veces (con un costo marginal casi nulo), almacenarse y “enviarse” desde varios sitios.

Es cierto que los gobiernos podrían construir cortafuegos para interceptar bytes y determinar su origen. Aunque puede ser técnicamente difícil, teóricamente es posible crear una barrera de entrada para los flujos digitales, examinarlos para determinar su origen y solo dejar entrar a aquellos que llegan de lugares amigables.

China ya hace algo de esto (aunque las VPN pueden dificultarle la vida al censor). La paradoja es que al eliminar a China de sus cadenas de valor, las democracias liberales están creando un mundo que puede terminar pareciéndose más a China que a uno conformado por sus valores. Los Friendshorers deben tener cuidado con lo que desean.

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